Por Zulma Escobar Gorosito
El genial Padre Castellani, escribió con visión futurista entre sus fábulas una titulada “La Reina de las Abejas”, en ella cuenta que la reina de una colmena, con mayor discernimiento y orgullo que sus súbditas, decidió hacer valer sus derechos y se olvidó de criar chicos, no puso un solo huevo más.
Al principio iba todo bien, pero al pasar los meses las obreras se fueron muriendo, el hambre atacaba a todas hasta a la reina misma y la colmena fue invadida por la polilla y pereciendo todas. La fabula viene al caso por que el día 8 de marzo se celebra en nuestro pais el Dia de la Mujer.
La fecha se eligió para recordar una fatídica huelga ocurrida en otro hemisferio a partir de la cual se obtuvo para las mujeres una serie de derechos sobre todo en la rama laboral y en la política. Sin embargo por todos esos derechos obtenidos se deja de lado algunas obligaciones, siendo la principal, como en el caso de la reina de la colmena de la fabula, el de criar los hijos. Así vemos hoy cada vez más adolescentes caprichosos, consumistas, desinteresados en el futuro y la vida misma.
Ciertamente que el hecho de que la mujer trabaje se explica por la necesidad de colaborar al mantenimiento del hogar (cada vez mas necesario ante los debacles de la economía), o en la natural búsqueda del saber y del perfeccionamiento mismo. Pero ¿no esta dejando los hijos al cuidado de personas ajenas a la familia? ¿O al peligro de la red? ¿O al del grupo desconocidos de amigos?
Por otro lado, en lo laboral, las mujeres son víctimas cada vez más de acosos y con el mensaje social de libertinaje “dejar hacer, dejar pasar”, caen ellas mismas en la inmoralidad.
Al fin y al cabo, no importa las condiciones intelectuales, la capacidad, el grado de estudio; siempre hay una forma más rápida de ascender. Lo mismo pasa en la política. Desde la década del 40 se impuso el voto femenino, o sea que la mujer con su voto se equipara al hombre, es decir su voto vale un bolsín, un colchón, una frazada, un kilo de yerba, etc. Y esto cada dos o cuatro años.
Y ha no olvidarse del cupo femenino, “gran logro igualitario”; aquí también la mujer se iguala y se hace cómplice del hombre al levantar las manos para votar y acatar las órdenes del máximo jefe del partido, o mejor dicho, las órdenes de los poderes internacionales de siempre.
Así hombres y mujeres apoyarán las leyes a favor del aborto, el casamiento homosexual, la despenalización de la droga, la continua entrega de la nación. Se unirán al rebaño progresista o conservador empeñados en destruir la familia. El próximo gran paso “El derecho a decidir sobre nuestro cuerpo”, consagrara el derecho de matar a un ser vivo.
Solo las mujeres pueden dar vida, y pueden quitarla ¿también?. Más que igualar al hombre, se está igualando a Dios que es el verdadero autor de la vida. ¿Llegara el día en que se comprenda que la soberbia racional lleva al fracaso individual, y al desastre social? Castellani termina su fabula diciendo: “Y la Reina pereció con su pueblo, por no haber conocido la imprudente que los que reciben mayores dotes de Dios están también sujetos en este mundo, so pena de ruina, a una mayor carga de pena y trabajo”. ¿Qué pasará cuando se acerquen las desgracias a la colmena?
Solo hay que mirar al alrededor, la falta de atención materna y paterna lleva a generaciones de adolescentes y adultos volcados a la drogadicción, a la delincuencia, a embarazos adolescentes, sumado a la permanente crisis económica se ve una creciente población de niños mal alimentados que se convertirán en ciudadanos que no podrán aportar mucho a la nación. Solo sirven para mantener este sistema hipócrita a la hora de tomar medidas populistas.
Como mujeres tenemos la obligación y la carga de ser ante todo mujer, ese bendito rol que Dios nos dio. No somos iguales a los hombres, pero tampoco somos superiores, ni inferiores. Somos diferentes, porque así lo quiso el creador.
¿Feliz día de la mujer? ¿De qué?
El genial Padre Castellani, escribió con visión futurista entre sus fábulas una titulada “La Reina de las Abejas”, en ella cuenta que la reina de una colmena, con mayor discernimiento y orgullo que sus súbditas, decidió hacer valer sus derechos y se olvidó de criar chicos, no puso un solo huevo más.
Al principio iba todo bien, pero al pasar los meses las obreras se fueron muriendo, el hambre atacaba a todas hasta a la reina misma y la colmena fue invadida por la polilla y pereciendo todas. La fabula viene al caso por que el día 8 de marzo se celebra en nuestro pais el Dia de la Mujer.
La fecha se eligió para recordar una fatídica huelga ocurrida en otro hemisferio a partir de la cual se obtuvo para las mujeres una serie de derechos sobre todo en la rama laboral y en la política. Sin embargo por todos esos derechos obtenidos se deja de lado algunas obligaciones, siendo la principal, como en el caso de la reina de la colmena de la fabula, el de criar los hijos. Así vemos hoy cada vez más adolescentes caprichosos, consumistas, desinteresados en el futuro y la vida misma.
Ciertamente que el hecho de que la mujer trabaje se explica por la necesidad de colaborar al mantenimiento del hogar (cada vez mas necesario ante los debacles de la economía), o en la natural búsqueda del saber y del perfeccionamiento mismo. Pero ¿no esta dejando los hijos al cuidado de personas ajenas a la familia? ¿O al peligro de la red? ¿O al del grupo desconocidos de amigos?
Por otro lado, en lo laboral, las mujeres son víctimas cada vez más de acosos y con el mensaje social de libertinaje “dejar hacer, dejar pasar”, caen ellas mismas en la inmoralidad.
Al fin y al cabo, no importa las condiciones intelectuales, la capacidad, el grado de estudio; siempre hay una forma más rápida de ascender. Lo mismo pasa en la política. Desde la década del 40 se impuso el voto femenino, o sea que la mujer con su voto se equipara al hombre, es decir su voto vale un bolsín, un colchón, una frazada, un kilo de yerba, etc. Y esto cada dos o cuatro años.
Y ha no olvidarse del cupo femenino, “gran logro igualitario”; aquí también la mujer se iguala y se hace cómplice del hombre al levantar las manos para votar y acatar las órdenes del máximo jefe del partido, o mejor dicho, las órdenes de los poderes internacionales de siempre.
Así hombres y mujeres apoyarán las leyes a favor del aborto, el casamiento homosexual, la despenalización de la droga, la continua entrega de la nación. Se unirán al rebaño progresista o conservador empeñados en destruir la familia. El próximo gran paso “El derecho a decidir sobre nuestro cuerpo”, consagrara el derecho de matar a un ser vivo.
Solo las mujeres pueden dar vida, y pueden quitarla ¿también?. Más que igualar al hombre, se está igualando a Dios que es el verdadero autor de la vida. ¿Llegara el día en que se comprenda que la soberbia racional lleva al fracaso individual, y al desastre social? Castellani termina su fabula diciendo: “Y la Reina pereció con su pueblo, por no haber conocido la imprudente que los que reciben mayores dotes de Dios están también sujetos en este mundo, so pena de ruina, a una mayor carga de pena y trabajo”. ¿Qué pasará cuando se acerquen las desgracias a la colmena?
Solo hay que mirar al alrededor, la falta de atención materna y paterna lleva a generaciones de adolescentes y adultos volcados a la drogadicción, a la delincuencia, a embarazos adolescentes, sumado a la permanente crisis económica se ve una creciente población de niños mal alimentados que se convertirán en ciudadanos que no podrán aportar mucho a la nación. Solo sirven para mantener este sistema hipócrita a la hora de tomar medidas populistas.
Como mujeres tenemos la obligación y la carga de ser ante todo mujer, ese bendito rol que Dios nos dio. No somos iguales a los hombres, pero tampoco somos superiores, ni inferiores. Somos diferentes, porque así lo quiso el creador.
¿Feliz día de la mujer? ¿De qué?
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