Una
doble agresión viene padeciendo la
Nación argentina de la mano de los Kirchner.
La
primera de ella arremete contra el alma nacional, pervirtiendo nuestra cultura,
trastocando nuestros valores, y destruyendo la célula básica de la sociedad. La
segunda, arrasa a la Nación
en lo material, saqueando sus recursos económicos y subordinándonos a los
intereses de la extranjería.
Es
cierto que este embate contra la nacionalidad tiene hondas raíces en el tiempo,
sin embargo lo que aquí queremos subrayar es que precisamente desde que el
siniestro matrimonio K asumió la conducción de los destinos patrios, este
proceso de destrucción de la
Argentina entró en su fase final, y hoy se encuentra a punto
de alcanzar su máximo objetivo: la aniquilación y la disolución total de
nuestra Nación.
En
el primero de los órdenes consignados, el gobierno esta a punto de perpetrar un
tremendo golpe en contra de la institución familiar mediante un proyecto de
reforma del Código Civil que se inspira en el más crudo progresismo
anticristiano. De concretarse dicha iniciativa la familia dejará de existir
como tal, y se pasará a llamar familia a cualquier cosa, a cualquier unión
pasajera, producto del libertinaje y de la degeneración.
En efecto -según se ha adelantado-, con la nueva
legislación ya no habrá más padres y madres, sino simplemente relaciones
filiatorias; los hijos podrán ser anotados con cualquier apellido, y si no hay
acuerdo al respecto se precederá a un ridículo sorteo. En el matrimonio ya no se
hablará mas de hombre y de mujer, solo de contrayentes; y entre estos ya no existirá
mas el deber de fidelidad; en consecuencia la figura del adulterio desaparecerá,
y nadie considerará malo algo que la ley permite. Los divorcios serán “express”,
las personas se podrán divorciar cuando así lo quieran, sin tener que demostrar
nada y sin mayores tramites. Cualquier unión convivencial de parejas no casadas
tendrá los mismos efectos que el matrimonio. Todo esto entre otras “conquistas”
de igual tenor.
Es por ello que, en su programa “Claves para un mundo
mejor” del día 21de abril, Mons. Aguer dijo:
“lo que se esta proponiendo es una nueva estructura de la sociedad argentina”;
y no exageró para nada el señor arzobispo, estamos ante un proyecto ingeniería social
que avanza a pasos agigantados hacia la disolución del orden natural en la
organización social. Quiera Dios que todos los pastores estén a la altura de
estas circunstancias.
En el segundo frente en que nuestra Patria es
agredida, es decir en el plano político y económico, uno de los temas que más acaparó
la atención pública últimamente es el de la estatización de YPF.
Al respecto, y antes que nada, digamos lo siguiente: los
nacionalistas siempre sostuvimos que los recursos energéticos estratégicos deben
ser de propiedad exclusiva del Estado, y que por ende deben estar bajo su
control.
Ahora bien, lo que esta por hacer el gobierno no tiene
nada que ver con lo arriba expresado. Ni el petróleo será de los argentinos, ni
YPF volverá a estar bajo el control del Estado nacional.
En efecto, si bien el gobierno expropiará el 51 % de
las acciones de Repsol (dejando a salvo las acciones del grupo Esquenazi, del
cual se sabe que esta ligado a los Kirchner), no obstante ello, casi la mitad
de esas acciones pasaran a estar en manos de las provincias, con lo cual el
Estado nacional solo tendrá el 26 % del total de las acciones de la empresa.
Y lo que es mas grave, YPF esta vaciada, es decir al
borde de la quiebra, tal como el
gobierno mismo lo reconoce (obviando su responsabilidad en ello) pues Repsol
giró todas las ganancias al exterior y no hizo las inversiones que debía haber
hecho; por lo tanto ¿de donde saldrá el dinero para reactivarla? obviamente de
capitales extranjeros que lógicamente tomaran el control de la empresa.
Entonces ¿de donde este interés del gobierno por
expropiar parte de YPF, siendo que los Kirchner fueron unos de los principales
promotores de su anterior privatización? Obvio que la razón es la misma que los
inspiró antes: pretenden volver a saquear los dineros públicos y mantenerse en
el poder con el favor de los centros financieros internacionales.
Todo esto costará muy caro a los argentinos; y así lo
denuncia el licenciado Hector Giulano (24/04/12): “haciéndose cargo del paquete mayoritario de YPF, el Estado cargará una
triple deuda publica nueva: los pasivos acumulados bajo la gestión
Resol-Eskenazi (unos 9.000 millones de dólares), el futuro financiamiento del
plan de inversiones incumplido por Repsol (30.000 millones de dólares) y las
eventuales indemnizaciones a la firma española”.
Como se ve, un negocio redondo para los grupos
financieros internacionales y para los rapiñadores que están en el gobierno. Lo
más lamentable es que todo ello se hace agitando hipócritamente la bandera de
la soberanía energética.
Pues bien a los nacionalistas estos impostores no nos
engañan, ni nos amordazan; y mientras podamos seguir denunciándolos la Patria aun se mantendrá
viva y con esperanzas. Dios premiará
este testimonio macho, con la alborada de un nuevo amanecer.
Dr. Edgardo Atilio Moreno
Editorial Revista Milo Nº 7
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