La tan mentada marcha opositora del 8N ha pasado ya; y a decir verdad no había que esperar a que ella sucediera para poder opinar sobre su significado y consecuencias. Todo estaba a la vista.
Lo primero que tenemos que decir es que lamentablemente la gente que se manifestó no tuvo en claro para que lo hizo. Algunos querían que Cristina se fuera, y otros solamente que cambiara algunos aspectos de su política. Ahora bien, ninguno tenía nada que ofrecer, ni nada que esperar de un gobierno inmutable en su perversidad.
Y si bien es evidente que el kirchnerismo tiene cada vez mas dificultades, y que la imagen de la presidenta esta cada vez mas deteriorada; sin embargo dentro de la oposición partidocratica no existe ninguna figura que pueda reemplazarla. Esto en realidad es un problema para el Sistema, pues debe descomprimir la situación sin caer en la ingobernabilidad. En otras palabras debe habilitarse alguna válvula de escape, sino la olla a presión explotará.
En ese sentido nada mejor para oxigenar al Sistema que una manifestación inorgánica, sin referentes individualizados y con una maraña de consignas difusas e inocuas. Eso fue justamente el 8N.
Y era inevitable que sea así, con una conducción anónima pero que se sabe integrada por operadores del PRO, del radicalismo, y del progresismo no kirchnerista; de ahí las consignas bajo las que se realizó, las cuales aludían a la defensa de la democracia, la constitución y la libertad de prensa y de mercado.
Con esos lemas convocantes, tan “políticamente correctos”, obviamente que la protesta no tendría nada de peligroso para el Sistema ni para el gobierno. Muy lejos están los días en los que se pedía “que se vayan todos”.
Es cierto que algunos de los manifestantes protestaron en contra de la corrupción y de la inseguridad; cuestiones muy legítimas y concretas. Pero también hay que decir que esos problemas no tendrán solución si no se toca el fondo de la cuestión, es decir a la causa que potencia eso flagelos, que no es otra que el propio Sistema.
A todo esto resulta imprescindible analizar cual fue la postura de los nacionalistas. Pues bien algunos grupos, con bastante tino, se negaron a participar de la marcha; pero por otro lado hubo organizaciones que participaron de la misma con la esperanza de introducir entre los reclamos de la multitud alguna consigna nuestra.
Respecto a estos últimos, y tratando de no ser crueles o demasiado negativos, digamos que esta bueno que haya nacionalistas con ganas de hacerse oír y de actuar en política; sin embargo pensamos que se debería tener mas cuidado con el desgaste inútil, y sobretodo con ser funcionales al enemigo.
En lugar de entusiasmarse con una movilización inorganica, con planteamientos difusos y de seguro manipulada por intereses ajenos a los nuestros, lo que hay que hacer es construir un movimiento nacionalista fuerte, unido, con cuadros dirigenciales capaces, y preparar una masa critica propia que comprenda, acepte y apoye nuestros postulados.
Sin animo de entrar en disgresiones, pero viene al caso, digamos que otro cantar fue la exitosa defensa activa que se hizo hace unos días de la Catedral de Buenos Aires frente a las hordas abortistas y homosexuales que pretendieron profanarla. Para actos como ese, en donde están en claros los objetivos, y quienes están de un lado y del otro, no hay dudas que sí nos debemos movilizar todos los nacionalistas.
Pero para manifestaciones como la del 8N no vale la pena gastarse. Es mas participar en actos así es llevar agua a un molino ajeno, es dejarse manipular en una falsa dialéctica.
Hay que tener bien en claro que el objetivo no es sacar a los K para poner en su lugar a otros de su misma ralea, el objetivo es sacarnos de encima a este Régimen antinacional y anticristiano, que con el discurso democrático, derecho-humanista y progresista, nos ha entregado con las manos atadas a la usura internacional que nos saquea y nos degrada.
Para ello no hay otro camino que militar sin desmayos, y tener esperanza, pues que como dice José Hernández en el Martín Fierro: “tiene el gaucho que aguantar, hasta que se lo trague el hoyo, o hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar”… Si en esta oportunidad hacemos bien las cosas, tal vez ese criollo no se demore en llegar.
Dr. Edgardo Atilio Moreno
domingo, 18 de noviembre de 2012
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