Por Guillermo Rojas
La ocasión hace al ladrón dicen y esta vez fue una huelga de
la policía que pauperizada y maltratada por el Sistema decidió hacer algo al
respecto y se auto-acuarteló.
No transcurrió ni una hora del acuartelamiento para que los
adelantados de la rapiña se abalanzaran contra todos los negocios que pudieran
suministrarle lo que apetecían, fuera esto lo que fuera. No respetaron ni las obras de caridad, se robaron la comida
destinada curiosamente a los pobres de dependencias de la Iglesia.
Años de caos y de
destrucción de valores, de predicar lo malo, lo horrible y las mas viles
mentiras, condimentado por grandes porciones de miseria material y todo bien
justificado por los apóstoles de la "transgresión", sazonado por la
droga y el alcohol y la ignorancia mas cerril, la injusticia mas repugnante y
los malos ejemplos, pueden dar como resultado que la mitad de una ciudad se
dedique mediante la violencia a robarle a la otra mitad. A las mismas personas
con las que toman el colectivo a la mañana o las saludan en una esquina
cualquiera. A sus propios vecinos, a los comerciantes a los que mañana les irán
a comprar de la misma forma en que les robaron hoy, total ¿Cual es la diferencia? Pasar por la maquina
registradora o no hacerlo. La absoluta ausencia de normas, lo que los
conocedores llaman anomia, brilló claramente.
Ya comenzaron a funcionar las usinas de acción psicológica.
Hablan de grupos, brigadas motorizadas y toneladas mas de pescado podrido como
suele estilarse en estos casos, francamente me importa un bledo todo eso.
Lo que si preocupa sobremanera es que, por mas organización
que posean, haya material humano, por llamarlo de alguna manera, que se preste
a saquear a sus propios vecinos y compatriotas y que las mencionados personajes
se lleven lo mal habido a disfrutarlo a su casa y que las victimas terminen
dependiendo para reconstruir sus vidas de subsidios, o mejor dicho de limosnas,
que les dará el Estado si es que se las da. Muchos de ellos y sus empleados
quedaron bajo el paraguas de la providencia, el trabajo de toda una vida
reducido a la nada. Francamente desesperante.
Lo único rescatable es que mucha gente reaccionó con energía
defendiendo lo propio, no haciendo caso alguno a los pacifistas y a los
partidarios de un legalismo idiota, justamente en un país donde la ley positiva
es absolutamente injusta, y el orden jurídico en sí, es el capricho de quien
detenta el poder
Pero igual sorprende el nivel de la destrucción que hemos
sufrido como Nación en tres décadas. El Sistema y sus personeros no dejaron
nada en pie. Sin animo de ser pesimista, se ve muy difícil reconstruir el
cuerpo social desvastado, sin valores, animalizado e imbecilizado por la polución
mediatica, la droga y el acostumbramiento a la indisciplina y al caos.
Dificilísimo
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