lunes, 21 de febrero de 2011

¿PADRE DEL AULA?




En el bicentenario del nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento y por instrucciones precisas del Ministerio de Educación de la Nación, se insistió en todas las escuelas y colegios del país en actos orientados a intoxicar a los niños y jóvenes en la exaltación de este siniestro personaje que de prócer no tiene nada. En uno de los discursos de ocasión un historiador embelesado llegó a llamarlo “pionero del siglo XXI”. A modo de reparación de tamaña desmesura veamos cómo pensaba este verdadero artífice de la antinación, de lo antipopular, del destino fatal de los pobres y desvalidos, del federalismo y del amor a la Patria. Resulta obvio que solos no podremos luchar contra la historia mitrista, unitaria y sarmientuda, pero es misión sagrada del periodismo denunciar la verdad y destruir sin piedad los mitos infames de la historia oficial.
“‘Se nos habla de gauchos. La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es útil hacer al país. La sangre de esa chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”. (Carta a Mitre del 20-09-1861).
“‘Tengo odio a la barbarie popular. La chusma y el pueblo gaucho nos son hostiles. Mientras haya un chiripa no habrá ciudadanos; ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripa y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden. Usted tendrá la gloria de establecer en toda la república el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas”. (Carta a Mitre del 24-09-1861).
“Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se mueren, que se mueran; porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga; recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir de sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de esta sociedad; hijos de padres viciosos, no se les debe dar mas que de comer”. (Discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires del 13-09-1859).
Necesitamos entrar por la fuerza en la nación; la guerra si es necesario (1861). Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean (1866). Es necesario emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obra son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos en la época de Robespierre (1844). La invasión de las Malvinas por parte de los ingleses es útil para la civilización y el progreso”. (Diario El Progreso, 28-12-1842).
“He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar ese paso. El gobierno argentino, engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos notas. Para Buenos Aires, tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y quizá toda la Patagonia”.’ (Diario El Progreso, 11 al 28 de noviembre de 1842; “La Crónica”, 11-03-1849, 29-04-1949, 04-08-1949).
“Malvinas es una tierra desértica, frígida e inútil. No vale la pena gastar un barril de pólvora en su defensa. Por qué obstinarse en llevar adelante una ocupación nominal”. (Diario El Nacional, 19-07-1878).

“Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúan la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie. Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrescencia humana; raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”. (Carta a Mitre en 1872).

“¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos; incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin siquiera perdonar al pequeño que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”. (Diario El Progreso, 27-09-1844; “El Nacional”, 19-05-1877, 25-11-1876, 02-08-1879)
“Los argentinos residentes en Chile pierden desde hoy su nacionalidad. Chile es nuestra patria querida. Para Chile debemos vivir”. (Diario El Progreso, 11-01-1843). “Artigas es un bandido, un tártaro terrorista. Jefe de bandoleros, salteador, contrabandista, endurecido en la rapiña, incivil, extraño a todo sentimiento de patriotismo; famoso vándalo, ignorante, rudo, monstruo, sediento de pillaje, sucio y sangriento ídolo con chiripa. Ese salvaje animal que enchalecaba hombres con cuero fresco lleva por séquito inseparable el degüello y la devastación”. (Obras completas, tomo 17, páginas 87 y 92; tomo 15, páginas 348 y 349; tomo 38, página 280).
“Franklin en moral avanza sobre la moral misma de Jesucristo”. (01-01-1886) “Los frailes y monjas se apoderan de la educación para embrutecer a nuestros niños. Ignorantes por principios, fanáticos que matan la civilización, emigrantes confabulados y recua de mujeres; basura de Europa, son la filoxeta y el cardo negro de la pampa; hierba dañina que es preciso extirpar”. (02-1883).
“En las provincias viven animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”. (Informe a Mitre de 1863).
¡Algún funcionario del Inadi por aquí, por favor! FUENTE: diario "El Liberal", 20 de Febrero del 2011

miércoles, 9 de febrero de 2011

CARTA

García Hamilton y los "orígenes de nuestra cultura autoritaria"*

Sr. Director:

A tenor de la tesis del historiador liberal José Ignacio García Hamilton, respecto a los orígenes de nuestra cultura autoritaria e improductiva, la culpa de todos los males que nos aquejan a los argentinos estaría en las instituciones que la España conquistadora trajo al nuevo continente, así como en la mentalidad que los americanos heredaron de aquella.

Y pensar que muchos creíamos que la vocación hegemónica inglesa, y la complicidad de grupos nativos ligados a intereses foráneos, era la causa principal de nuestra postración nacional.

Resulta entonces que no existieron para nada la piratería inglesa, ni las guerras contra el imperio español. Seguramente las invasiones al Río de la Plata fueron mal entendidos. Tampoco actuaron en nuestro territorio agentes al servicio de los intereses comerciales británicos. No nos robaron las islas Malvinas; no padecimos bloqueos navales y guerras civiles fogoneadas desde afuera. No nos obligaron a ir a la guerra con el país hermano del Paraguay para defender al comercio ingles. Jamás los ingleses se apropiaron de nuestros recursos naturales (bosques, minerales, etc); ni se quedaron con el monopolio de nuestros servicios públicos. Es falso que el tratado Roca-Runciman haya consagrado condiciones desventajosas para nuestro país en los intercambios comerciales con los británicos. No nos estafaron declarando la inconvertibilidad de la libra esterlina, para no pagarnos la deuda que tenían con nuestro país luego de la segunda guerra mundial. No hubo intereses usurarios en los créditos que nos obligaron a contraer con la banca internacional y que todavía nos agobian, etc etc.

Seguramente todos estos hechos no son más que teorías conspirativas y patrioterismo nacionalista.

La culpa de todo es del absolutismo español y de los caudillos que se enfrentaron a la acción benéfica del imperialismo ingles.

¡Por favor! ¿Para beneficio de quien se escribe la historia?

¿Cuando se tergiversan los hechos históricos, cuando se ignora -o se exalta lisa y llanamente- la acción del imperialismo, que lección podemos sacar de la lectura de nuestro pretérito? ¿No es al menos eso un reduccionismo falaz?

¿Cuando se defiende a una oligarquía conservadora de privilegios inicuos. Cuando al mismo tiempo se denigra a los próceres y se desprecian las ideas nacionales; no se esta colaborando con los verdaderos responsables de la situación de sometimiento y de pobreza de nuestra Patria? Y lo que es mas grave, ¿no se difunde un sentimiento de autodenigracion que escamotea la realidad y nos impide recuperar nuestra voluntad de ser y de existir dignamente?

Dr. Edgardo Atilio Moreno

* Carta al Director que el diario El Liberal, de Santiago del Estero, se abstuvo de publicar

miércoles, 2 de febrero de 2011

LA INFAMIA DE CASEROS


El 3 de febrero de 1852 la Confederación Argentina, que conducía legítimamente y conforme a derecho don Juan Manuel de Rosas, cayó derrotada en los campos de Caseros frente a la infame coalición que conformaron brasileños, orientales y urquicistas.
Aquella tragedia, que marcó a fuego nuestro destino nacional, fue el fruto de una trama perversa comenzada varios años atrás.
En efecto, nuestro enemigo histórico en la región, el Imperio del Brasil, hacia tiempo que estaba preocupado por que el gobierno de Rosas se había convertido en un escollo insalvable para sus ambiciones expansionistas, de modo tal que ordenó a su hábil diplomacia que encontrase la forma de derrocar al Ilustre Restaurador de las Leyes y el Orden.
En esto los brasileños coincidieron con los intereses económicos y geopolíticos de los ingleses, los cuales no cejaban en su intento por imponer la libre navegación de nuestros ríos interiores y el sistema de librecambio.
Para tales fines, los imperiales comprendieron que debían ganarse el apoyo de los enemigos internos de Rosas. Su presa mas codiciada fue el general Justo José de Urquiza, a la sazón gobernador de la provincia de Entre Ríos y a cargo del ejercito mas poderoso que disponía la Confederación Argentina.
Con ese afán ya en 1850 habían tentado al caudillo entrerriano solicitándole su neutralidad ante una eventual invasión al territorio argentino; oportunidad en la cual Urquiza supo contestar que no podía tomar tal actitud sin traicionar a su Patria.
Sin embargo, poco tiempo después, su forma de ver las cosas cambiaria. Razones de peso -o mejor dicho de pesos- influirían en ello. Y es que don Juan Manuel había resuelto poner fin al comercio espurio que había enriquecido al entrerriano.
Como bien lo explica el historiador José María Rosa, la política económica proteccionista que impulsó don Juan Manuel -instrumentalizada principalmente con la Ley de Aduana-, si bien protegió y dio un gran impulso a la actividad industrial en las provincias del interior –desencadenando así las agresiones anglofrancesas que culminaron en la Vuelta de Obligado-, sin embargo se convirtió en una molestia para los negocios personales de Urquiza.
Y aunque todos los gobernadores conservaron el derecho de adoptar las medidas económicas que deseen para sus provincias, siempre y cuando no perjudicaran a la Confederación; además de tener sus propias aduanas interiores y exteriores, sin que Buenos Aires obtuviera ninguna renta que les correspondieran a ellas; el caso es que Urquiza fue mas allá, en pos de su interés personal, abasteciendo a Montevideo, plaza enemiga sitiada por la Confederación, así como traficando oro y transgrediendo la ley de aduana en detrimento del bien común de los argentinos.
Su mismo secretario personal, Nicanor Molina reconoció que “Al pronunciamiento se fue porque Rosas no permitía el comercio del oro por Entre Ríos”. Claro que Urquiza debió encubrir esas motivaciones y alegó que se pronunciaba en contra de Rosas para dar al país una Constitución y terminar con la tiranía. Cuestiones que nunca antes le habían interesado y que tampoco podían justificar que un general de la Nación se una a los enemigos de la Patria con el objeto derrocar un gobierno e imponer otro ajeno a los intereses nacionales.
Así fue que, con ese pecado original –crimen de lesa patria-, se llegó al oprobioso 3 de febrero de 1852 y a la derrota inevitable de la Confederación Argentina frente a fuerzas mucho más poderosas. Fuerzas que dicho sea de paso habían sido financiadas por el enemigo extranjero poniéndose el patrimonio nacional como garantía del pago por dicha ayuda.
La ola de crímenes que se desató inmediatamente después de esta batalla fue otro baldón en dicho proceso, y fue un ejemplo más del proceder consuetudinario de unitarios y liberales en nuestra Patria. Más de 600 asesinatos en la ciudad de Buenos Aires, acompañados de toda clase de vejámenes a la población civil. Miles de ejecuciones en la campaña; toda una división del ejercito federal –la división Aquino- pasada por las armas; el coronel Chilavert y cientos de los héroes que lucharon en la Vuelta de Obligado asesinados cruelmente por los vencedores de Caseros.
El proceder de estos “iluminados”, que decían luchar contra la tiranía y el terror, y que prometían traernos los beneficios de la civilización; así como todo lo que vino después de Caseros, justificaría aun más todo lo hecho por don Juan Manuel de Rosas.
Las consecuencias de tal ignominia serian tristes, gravísimas y perdurables.
Por lo pronto, con la batalla de Caseros, Brasil salvó su destino y lavó sus afrentas. El hecho de que si bien la misma tuvo lugar el día 3 de febrero y que sus tropas esperaran hasta el día 20 de ese mes –aniversario de nuestra victoria en Ituzaingo- para recién entrar desfilando victoriosas en Bs As., lo dice todo.
Pero lo más grave fue que para la Nación Argentina Caseros vino a ser el comienzo de su declive nacional. Este hecho significó la interrupción de aquella empresa común iniciada en 1550 con la fundación de la ciudad de Santiago del Estero; determinó la ruptura de nuestra tradición histórica y el aborto de nuestro destino de grandeza.
A partir de entonces se comenzó a inventar un nuevo país, una antiargentina, de espaldas a la Argentina real y en contra de su verdadero Ser nacional.
El país que nació de aquel oprobio se edificaría conforme a los dictados de la masonería internacional y respondería a los intereses del imperialismo anglosajón.
El Estado que se organizará será la base del actual sistema de dominación que asegura el gobierno de los peores y la sumisión de nuestra Patria al capital financiero internacional.
El modelo económico a implantarse de aquí en más se encargará de transferir nuestras riquezas al extranjero; y nuestra cultura hispano católica y criolla sufrirá el embate de la cosmovisión materialista, laicista y liberal que transmiten las logias masónicas.
Incluso el repudio a lo autóctono llegó a tal punto que se intentó implementar un verdadero genocidio con nuestro pueblo criollo a los efectos de reemplazarlo por una inmigración anglosajona y protestante que gracias a Dios no arribó a estas tierras. De todos modos, aquellas matanzas sistemáticas de gauchos habrían de afectar la sicología del arquetipo del hombre argentino, contribuyendo a la perdida de nuestro antiguo espíritu heroico y digno.
Ese espíritu fundacional perdido -pero materialmente vivo-, justamente es lo que los nacionalistas debemos recuperar para que volvamos a tener una Nación grande, fuerte e independiente, como la de los tiempos de don Juan Manuel; y para que los felones de hoy –del mismo linaje de los de Caseros- tengan su merecido.

Edgardo Atilio Moreno