martes, 11 de junio de 2013

¿Corresponde la "obediencia debida" a los jueces?

Remitiéndonos únicamente a estos treinta años de democracia, hemos visto casi siempre intenciones del Poder Ejecutivo de avanzar sobre el judicial, implementando medidas de uno u otro tipo, en especial con el máximo organismo de ese poder, la Corte Suprema de Justicia, ya sea aumentando el número de sus miembros o promoviendo juicios políticos a algunos, o todos ellos, con el fin de destituirlos y reemplazarlos por otros más afines a su ideología política.

También hemos visto que la justicia no actúa con plena independencia o más bien se transforma en cómplice, cubriendo con un manto de impunidad los delitos cometidos por los funcionarios de turno.

Recordemos el emblemático caso de la venta de armas a un país que no tenía ejército, Panamá, destino ficticio que servía para triangular el destino final, Ecuador, cuando este se hallaba en guerra con Perú, país del cual Argentina había recibido el más amplio apoyo durante el conflicto en Malvinas, además de ser garante de la paz entre los Estados beligerantes.

Algo similar ocurrió con la venta de armas a Croacia, uno de los contendientes en la guerra de la ex Yugoslavia. Por un lado les vendíamos armas y por el otro mandábamos cascos azules para evitar que se pelen.

Y como frutilla del postre ocurrió la voladura de la fábrica Militar de Río Tercero (lugar en donde se borraban los escudos y la numeración de las armas que se mandaban a Croacia), hecho no aclarado y que muchas voces dejaron entrever que fue deliberado para borrar huellas del contrabando de armas.

Los cuatro o cinco decretos secretos, firmados por Menem y varios de sus ministros, no fueron suficiente prueba para la justicia. Todos y cada uno de los funcionarios que pasaron por la Justicia declararon que ignoraban completamente el tema. Finalmente  las sospechas habrán recaído sobre algún ordenanza como posible autor material del ilícito.

En la actualidad vivimos algo similar. Ante denuncias periodísticas contra el ex presidente Kirchner y su entorno, que presuponen un alto grado de veracidad, vemos a jueces que fueron designados por este gobierno que actúan de un modo por lo menos sospechoso, demorando los pedidos de allanamientos (de manera que cuando se llevan a cabo, las pruebas que se podrían haber obtenido de obrar con celeridad, ya no existen); omitiendo imputar a personas claramente comprometidas o sospechosas; o bien transfiriendo las causas a tribunales donde son los familiares de quienes se deben investigar los jueces y fiscales.

Hoy en día más de la mitad de los más altos funcionarios de la Justicia Federal, llámese jueces y fiscales, han sido designados por este gobierno, por supuesto entre aquellos que más sintonizan con su política, todo esto crea una cierta dependencia aunque se la pretenda negar, que hace que la justicia no funcione con la imparcialidad que corresponde.

En una verdadera Republica una Justicia independiente es fundamental, y la realidad es que estamos muy lejos de eso. Tal vez una forma de transparentar la misma sería, que tanto jueces como fiscales sean propuestos por los partidos opositores al que gobierna, entre aquellos profesionales que tengan una dilatada carrera y sean reconocidos por sus pares por su idoneidad, honestidad e independencia.

Impartir justicia es una tarea casi sublime, por lo tanto debería estar en mano de las mejores personas, las que puedan exhibir una historia de vida basada en la ética y en la moral, al menos de esa manera se evitaría la obediencia debida que hoy se puede percibir en la mayoría de los designados por este gobierno.

                                                                                                                  Luis Razzolini

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